tag:blogger.com,1999:blog-68591120600954740012024-03-13T08:52:30.001-04:00Villa Traiciónno_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.comBlogger25125tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-65938055426829159452011-02-24T16:29:00.004-04:002011-02-24T17:27:17.047-04:00Alejandrina<div style="text-align: justify;">A mí papá no le gustó cuando Alejandrina decidió que quería ser monja. <span style="font-style: italic;">"Es una niña. Tus hermanas le han metido en la cabeza este disparate... ni que monja... estar rezando todo el día no le hace bien a nadie"</span>, le dijo un día a mamá. Mamá no decía nada. Papá discutía más. Y entonces comenzaban a discutir y mentar tíos borrachones, tías beatas, primas prostitutas y demás familiares imperfectos.<br />Llegó el día en que Alejandrina salía de la casa para convertirse en religiosa. Esa mañana se encerró en el baño con mamá por horas. Nadie sabe lo que allí se dijo, pero cuando salieron juntas de allí, Alejandrina tenía el pelo corto, como el de los nenes, tenía marcas en el cuello ,y mamá tenía la cara roja, como si hubiera llorado por ella, por todos, por la vida.<br />Alejandrina ya no era Alejandrina. Ahora vestía un hábito azul marino y se hacía llamar Sor María electa de Jesús. La primera vez que llegó a la casa, a visitarnos, parecía tranquila, muy serena. Yo no entendía nada. No le pregunté cosas. Nos comportamos como siempre. Le conté sobre los chismes del pueblo: que Josefa se había ido de la casa con Manolito, que se habían fugado, y que los habían visto nadar desnudos en el río; que el padre Jaime se había emborrachado una noche, y que sacó fuera de la iglesia crucifijos, copones y sotanas, y que se las había regalado a todos lo que presenciaban el espectáculo asombrados. Y así, le dije todo. Ella se reía a carcajadas. Antes de irse esa tarde, me regaló una medallita de San Judas Tadeo y me dijo: <span style="font-style: italic;">"Préndela todos los días de la ropa que lleves puesta. Te protegerá".</span> Esa fue la última vez que la vi.<br />Al día siguiente, antes del mediodía, el teléfono sonó y papá contestó. Se puso pálido, buscó apoyo en la pared y tiró el teléfono al piso. Mamá, en lugar de auxiliarle, agarró el teléfono. Se desmayó.<br />Alejandrina, junto con tres hermanas de su congregación, murieron quemadas. Encontraron el auto donde viajaban en un bosque, y los cuerpos calcinados a varios metros de allí, excepto el de Alejandrina. El de ella estaba más adentrado en el bosque. Tenía un puñal espetado en el corazón. Nadie sabe qué sucedió esa noche. En el auto encontraron objetos de tortura, libros eróticos, y otras cosas que no me atrevo mencionar.<br />Ya han pasado 30 años de su muerte, y aún recuerdo cuando nos confesábamos cosas. Como la vez que le dije que me gustaba Benjamín, y cuando ella me confesó que quería tocarle los muslos a Clara.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-89743462284483144892010-11-02T21:53:00.007-04:002011-02-24T16:29:16.055-04:00El Loco Tío Nobel<div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Si fuera a decir algo de él, diría lo que todos dicen, esta loco. Un hombre viejo, afeitado, arrugado de mediana estatura y mediano grosor. Siempre tenía puesta una gorra de capitán como la del Tío Nobel. Y así le decíamos, el Tío Nobel, aunque su nombre era Don Cipriano. Todos los días pasaba por mi calle, gritando y vociferando historias de años que solo vivían en su cabeza. Cuentos como el de cuando cogieron al cabrón de Ortiz robando en la casa de Margot y cuando se entero el vecindario, una noche que lo vieron jendío en <i>Doña Hilda's, </i>entre todos lo cogieron y allí mismo le rompieron la madre. Así iban usualmente, todos recitados en tonos trágicos, con mucho lamento y a todo pulmón. Como si cada uno de esos cuentos los hubiera vivido en una vida pasada, o tal vez, en la que paseaba ahora mismo. Yo lo miraba por la ventana con intriga mientras paseaba su carrito de compras mohoso, lleno hasta arriba y cubierto con mantas viejas de distintos colores amarradas por sogas. Por los lados entre retazos de tela, cordones y corroción, solo se podían distinguir cajas de cartón desgastadas por bastante agua, mucho sol y algo de sereno.<br />En las mañanas bajaba y en las noches subía, a veces silencioso y sombrío, delatado por el sonido vibrativo del metal mientras las gomas chillonas se deslizaban por las calles descuidadas, o si lo cogía la lluvia, con botas de ule y chaqueta larga para protegerse del aguacero. No importara en cuál condición de salud física se encontrara, ya que la mental no estaba simplemente de vacaciones sino de retiro navegando la vuelta al mundo, o el mal que estuviera cayendo del cielo, cuando se asomaba el sol, salía de su casa. Luego del sol hacer su despedida, volvía a su misteriosa guarida donde desaparecía entre maleza y años de naturaleza creciendo con la libertad y apuro de recuperar su espacio robado. Un laberinto de árboles frutales y matojos comunes rodeando una casa con pintura desgastada por años de abandono, por donde solo se distinguía una marquesina completamente clausurada por carjas de cartón y algunas ventanas poco abiertas.<br /><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>No se metía con nadie, era imposible hablarle, ignoraba completamente el mundo exterior, pero aún así interactuaba con la gente, usualmente afuera de la farmacia. Allí vendía boletos de lotería y lo hacía de la misma forma en la que empujaba su carrito de compras, recontando un ayer que nadie entendía, pero con una papeleta de billetes de lotería. Eso sí, también vi como algún ignorante o valiente se atrevía a cruzar la división entre su mundo y el de nosotros, ya fuese el de su persona o de su hogar. Y vi a aquella persona ocacionalmente transformarse y correr al intruso en su primera y probablemente única experiencia de ser perseguido por un demonio de setenta años con machete. Aparte de eso, todo lo demás era un misterio. Y así pasó por los ocho años que viví ahí.<br />Un tiempo después cuando volví ya no estaba, un día desapareció, como desaparece un caracol cuando se escabulle entre los dedos en la orilla del mar. Nadie sabía a dónde se había ido, los vecinos extrañados de no verlo, asumieron que había muerto. Un año pasó, y un dueño apareció para el terreno y su casa quedó remodelada y muy bien pintada. Alguna maleza la reemplazo el concreto, los árboles más viejos fueron los que sobrevivieron. De él más nada se supo, ni su carrito de compras apareció, un viajero solitario, por las calles de Villa Traición.</div>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-77002982900491420522010-10-11T18:13:00.003-04:002010-10-11T19:21:24.757-04:00Gavilán Correa<div style="text-align: justify;">Nadie quiere recordar aquella pelea ni todo lo que pasó a raíz del incidente. Yo tenía 16 años y puedo recordarlo todo con claridad. Yo te lo voy a contar todo, pero no te atrevas a preguntarle a nadie más. No van a querer decirte nada, o te van a mirar raro.<br />Nadie estaba celebrando nada. Era un domingo como cualquier otro, en el que la pereza, las ganas de emborracharse y el chismorreo tedioso eran la orden del día: ropa tendida en el balcón, intentos de reparar motores de autos de la década de las guácaras, música vieja de fondo y el sol caliente, como en los días de verano.<br />La casa de los Morales no era la excepción. Estaban los hijos de mi Tía Nita, todos sentados en la marquesina, tomando cervezas y escuchando música. El barrio parecía tranquilo, hasta que pasadas las tres de la tarde, se escuchó algarabía, y mi abuelo, un señor de casi 80 años, salió a investigar. Los domingos mi abuelo se levantaba a las seis de la mañana, se tomaba el café puya, le echaba maíz a las gallinas, se paseaba por el jardín, luego encendía la radio, se fumaba su cigarro, mascaba tabaco, y se ponía a mover las manos. Hacía juegos con los dedos, mientras miraba pa' lejos. Como recordando tiempos pasados. Hablaba sólo. Luego a las tres de la tarde tomaba una siesta. Era un viejo medio cascarabias. Recuerdo que una vez mi madre había ido hasta allá para ponerle un medicamento por inyección, y fui con ella. Al parecer yo anbaba muy inquieta y molestando a mi madre, entonces mi abuelo me agarró de un brazo, me llevó hasta una esquina de la casa, y me dijo: <span style="font-style: italic;">"Si sigues molestándola, te voy a dar tres nalgadas que te juro, recordarás este momento por el resto de tus días"</span>. No me pegó. Bueno, la cosa es que...<br />Mi abuelo se fue a investigar, más curioso que colérico porque no le dejaban conciliar el sueño. Cuando llegó a la casa de mi Tía Nita, mis primos estaban todos borrachos, peléandose porque uno le ganó al otro en no sé qué juego, y de pronto insultos, puñetazos en la mesa y gritos. Mi abuelo, tranquilo, les pidió que bajaran la voz, que no era necesario tanto escándalo. Beno, el hijo menor de Tía Nita, le dijo que <span style="font-style: italic;">"cerrara el pico"</span>, que se fuera a echarle maíz a las gallinas y que no fastidiara. Silencio nervioso. Mi abuelo se quedó muy serio, dió media vuelta y se fue. Que pasa, que mi Tío Andrés, policía, muy rudo y un poco temible en Villa Traición, estaba de pasada y escuchó el insulto. Entonces, agarró a mi abuelo por el brazo, caminaron hasta la casa de mi tía y dijo: <span style="font-style: italic;">"¿Quién fue el guapo que se atrevió a insultar a mi padre? ¿Quién se atrevió? ¡Que de un paso y me haga frente! ¡Cobarde!"</span>. Mi primo Beno gritó que había sido él, que no tenía miedo, y sacó una cuchilla que llevaba en el bolsillo. Tío Andrés caminó hasta donde Beno, y le dió el mejor puñetazo en el hocico que he visto en mi vida. Ni en las películas. Aquel hombre levantó al otro del piso como si no pesara nada. A ver esto, mi Tía Nita se abalanzó sobre el Tío Andrés, y este, le pegó una bofetada que la arrojó al suelo. Mis primos, todos, se fueron a hacer frente a mi tío y en esto, empujaron a mi abuelo, se dió contra la pared y cayó al piso.<br />La gritería se puso más intensa, y hasta allí llegaron Don Hernando, Riverita 'El Cojo', mi papá, Tito 'Guantes' y Gavilán Correa, uno que había estado en la cárcel. Yo me quedé muda en una esquina. Riverita 'El Cojo' agarró del pescuezo a Marcos, mi papá le pegó una bofetada a Jorge, Tito 'Guantes' estaba a puños con Horacio, Tío Andrés andaba forcejeando con otro de mis tíos que intentaba suavizar la cosa, y Gavilán Correa andaba corriendo detrás del Beno hasta que entraron a la casa. Se escuchó un disparo. Todos miraron al interior de la casa. Se quedaron helados. Nadie habló. Gavilán Correa salió por la puerta con cara de muerto y la camisa llena de sangre. <span style="font-style: italic;">"Maté al Beno, lo maté"</span>. Justo luego de haber dicho esas palabras, salió el Beno con la mano derecha cubriéndose la panza. Miró a todo el mundo. Miró a Gavilán Correa. Miró a mi papá. Se recostó de un silla y dijo: <span style="font-style: italic;">"Marcos, ganaste el juego. Mentí. Hice trampa"</span>, y cayó muerto en al suelo.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-63012320999764919482010-05-05T23:17:00.004-04:002010-05-20T00:17:39.401-04:00<div style="text-align: justify;">Yo fui porque me obligaron. En aquellos tiempos era imposible negarse a esas solemnidades: Que no quiero. Que vas porque vas. Que no quiero. Que te quiero ver vestido en menos de 10 minutos. Que. Que si vuelves a abrir la boca, te vas a comer los dientes. Ese día nos preparamos todos, mamá, papá, Isa y yo. Por suerte, todos y cada uno de los que vivían en Villa Traición también irían, así que estaba seguro de que vería a Eugenia. Si ella estaba no me importaba nada. Se había muerto Doña Celestina, la partera de todos, y había que darle el pésame a los Rivera.<br />Subíamos la cuesta, porque a los muertos se les velaba en las casas, y prontamente llegaba el olor a chocolate, a café, a caldo de pollo, a pan, a muerto. Con nosotros también subió Don Fermín y sus hijas. Los adultos hablaban de la muerta, Isa charlaba con Beatriz, y yo le miraba el cuello a Clara, fijándome a ver si veía el famoso lunar en forma de corazón del que todos los chicos del pueblo hablaban. A lo alto de la montaña estaba la casa, y pude ver a mucha gente conocida. La verdad, lo que se veía a lo lejos era un montón de sombras negras. Allí también estaba Eugenia.<br />Al llegar a la casa, la estampa de cualquier velorio de campo: la muerta en la caja, la familia llorosa, los niños correteando, las señoras chismeando y los hombres fumando y bebiendo. Poco después de las seis de la tarde, el velorio se había convertido en una fiesta. Sacaron una mesa de dominó y pusieron danzas de antaño. Doña Josefa sacó a bailar al licenciado Veguilla, Don Georgino se abalanzó sobre Doña Inés y de pronto una estampida de bailarines se apoderó de la cocina, la sala, el balcón y el patio. Yo sólo veía cómo la caja y la muerta parecían desplazarse por el salón. Pensaba lo genial que sería que la muerta se levantase enojada exigiendo el respeto a los muertos, el mismo respeto del que hablaban al subir la cuesta hacia la casa, y el respeto que habían olvidado entre el aguardiente y la caída del sol. Busqué a Eugenia con la vista, y la sorprendí mirándome. Vi que se mojó los labios con la lengua. Vi que se soltó el pelo. Vi que se levantó el traje enseñándome los muslos. Vi la gloria de Dios.<br />Cuando el reloj marcó las nueve en punto, y justo cuando me animé a cruzar entre la gente para llevárme a la Eugenia a una esquina oscura, una ráfaga helada salió desde el lugar más recóndito de la casa, atravesó la cocina y salió disparada por el balcón tumbando la mesa de dominó y partiendo en dos el árbol quenepas que guarecía la casa de los rayos del sol en los días más calientes de verano. Un rayo que venía desde el mismísimo infierno.<br />Como por arte de magia y a la velocidad de la luz, apagaron la música de un trancazo, agarraron carteras, bastones, sombreros y niños, y en manada, bajaron la cuesta sin mirar atrás. Se cerró la casa, se prendieron velas y se rezaron rosarios.<br />Al otro día todo el pueblo susurraba lo que había pasado en el velorio. Nadie se atrevía a pasar cerca de la casa. Nadie se atrevía a mirar a la familia de la muerta a la cara. Nadie se atrevía a mencionar el nombre de Doña... ... de la vieja partera. Yo maldije su nombre incontables veces por no haberme permitido llegar hasta los muslos de Eugenia. La maldije mil veces por haberme quedado con las ganas. La Eugenia se me escapó ese día, pero me la llevé poco después.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-33321078794030471362010-02-21T21:44:00.002-04:002010-02-21T22:09:58.234-04:00Miércoles, 21 de abril de 1939<br /><br /><div style="text-align: justify;">Me quedan semanas de vida. A la tumba me llevo tu nombre y tu olor. Si pudiera llevarte conmigo lo haría, aunque no quisieras. No puedo creerlo. No quiero morirme por tu culpa. Esperé la muerte desde niño y ahora que la tengo encima, no la quiero cerca. No le tengo miedo. Lo único que no me gusta es que es inevitable irme sin ti. Te quiero tanto para mí, que te contagiaría sólo para que vinieras conmigo. A veces, cuando te me acercas mucho, quiero agarrarte del cuello, besarte y decirte: "... en menos de un mes, estarás aquí, a mi lado, escupiendo sangre como yo ...". Eso me da ánimos. Ven conmigo.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-79504490177429097592009-12-08T23:14:00.002-04:002009-12-21T23:01:21.358-04:00<div style="text-align: justify;">Realmente no era una mujer fea, pero de verla como que se te paraban los pelos y se te ponía la piel de gallina. Doña Georgina Rodríguez era una de esas señoras que las recuerdas viejas desde que tienes razón de ser. Flaca como una espiga, un tanto encorbada y siempre vestida con las mejores galas de tiempos pasados. Lapiz labial vino, cartera y zapatos que hacían juego y un peinado que de seguro se lo hizo a los 15 años y como vio que le quedaba muy bien, pues se lo dejó toda la vida. De caminar lento y de voz grave. Tenía gracia,Doña Georgina Rodríguez, pero la verdad es que espantaba hasta al niño más simpático. La llamábamos "bruja", y es que todos sabían que a Doña Georgina le gustaban esas cosas de mandar a hacer trabajitos, prender velas y de decir plegarias y refranes extraños. Nunca olvidaré un día que vino a visitarnos y estaban mi abuela y ella hablando de gente muerta, de velorios y funerales, y yo jugando cerca de ambas. Yo comencé a silbar la canción que cantaba mi abuelo cuando se iba al huerto a recoger tomates, y Doña Georgina detuvo la conversación, me agarró violentamente por el brazo y me dijo:<span style="font-style: italic;"> "De noche no se pita"</span>.<br />Un día... yo tenía como 10 años... estábamos todos celebrando los festejos navideños en la casa de mi tío Rómulo. Mis tíos acaban de cantar <span style="font-style: italic;">Tengo mi finquita, tengo mi bohío, y una jibarita linda que es el amor mío</span>, y cuando ya todos estaban guardando sus instrumentos para continuar la fiesta, de pronto entró Doña Georgina por la puerta principal de la casa, como alma que llevaba el Diablo. No hizo más que abrir la puerta, poner un pie en la casa, y el árbol de Navidad se tambaleó, entró una brisa helada de esa que se mete por los huesos y la gente gritó. Mi prima Lucía, que para aquél entonces estaba de cuatro meses de embarazo, gritó que el niño se le meneaba como una culebra en el vientre; Don Fermín se tiró al piso, y en la caída se agarró fuerte de las faldas de Doña Josefa, y casi la deja semidesnuda; Doña Leonor, Doña Virginia y mi mamá se desmayaron en cadena y Tío Chano empezó a hablar en lenguas; los niños se escondieron bajo las faldas de sus madres y mi papá se agarraba el corazón como si fuese a darle un infarto.<br />Así mismo como entró, así mismo salió de la casa, no sin antes mirar a cada uno de los que estaban allí con cara de muerte. Al salir se llevó la brisa helada y los supiros de todos los que allí estábamos. Naturalmente, la fiesta se acabó justo en ese momento, guardaron instrumentos, recogieron la comida, cerraron portones, se montaron en los carros y a dormir.<br />Al otro día, recibimos la noticia que Doña Georgina había muerto. Murió sola. Cuando la encontraron, estaba sentada en su mecedora, con los ojos abiertos, vistiendo su traje negro de encajes dorados y con su gato, Jinete Rodríguez, en su regazo. El gato también estaba muerto.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-56250400155528461552009-12-02T19:56:00.002-04:002009-12-02T21:47:26.866-04:00<div style="text-align: justify;">La última vez que lo vi estaba muy contento. Tenía mucha ilusión de llevársela a ver el mar. Cuando Federico se casó, creo que por lo más que estaba emocionado, más que con el casamiento porque ellos estuvieron "casados" desde siempre, era llevar a Cristi a ver el mar. Los días que siguieron a la boda, y los preparativos con el viaje de luna de miel, lo tenían tan ocupado, que casi ni nos despedimos. Yo también estaba andaba muy ocupado con la construcción del conservatorio, los planos, los proyectos profesionales y los personales, mi familia, que no me alcanzó el tiempo para desearle prosperidad y felicidad, y todo ese protocolo que conlleva ser un buen amigo de la infancia.<br />Yo repaso esos días, sabes... los repaso. En fin, no sé mucho cómo fue la cosa, pero recuerdo con exactitud el día que me dieron la noticia. Yo salía a toda prisa del trabajo para ir a buscar a Sol, porque me llamaron que se había peleado en la escuela. De camino, entre preocupado y un poco enojado, iba muriéndome de la risa porque era Sol, la más tranquila de mis tres hijas. Entonces, llegué a la escuela, busqué a la niña para luego llevarla a la casa de la abuela, porque Mercedes estaba en la oficina y al parecer tenía muchos pacientes ese día. Llegué a la casa de mi suegra y me recibe con la noticia de que a Federico y Cristi los habían dado por desaparecidos en las Brumas, unas islas cercanas a la costa norte de Monte Azul. La mala noticia tuvo doble efecto, porque primero, no aparecían por ninguna parte y segundo, que estaban lejos. En Villa Traición no desaparece ni se pierde nadie.<br />Regresé al trabajo. Llamé a la casa de los padres de Federico y no contestaban. Llamé a la casa de la hermana de Cristi, y no contestaba. Justo ahí me dió el bajón de azucar de cuando el estrés se apodera de mi cabeza. Tuve que sentarme, tomar jugo. Me levanté más rápido que volando. Llegué a la casa de Don Fermín. Allí estaban todos. La cara de Don Fermín lo dijo todo, y yo, no pude más agarrar al viejo, mi segundo padre, abrazarlo y decirle "lo siento". Entonces lloró, y lloré. Entré a la casa, lloramos juntos, y luego llamé a Mercedes para darle la noticia.<br />Andrés, el hermano gemelo de Francisco, me dijo que justo antes de yo llegara a la casa, los había llamado por teléfono. Me dijo que Francisco y Cristy desaparecieron el mismo día que llegaron. Al parecer fueron una la playa que estaba frente al hotel donde se hospedarían, y luego no los vieron más. Una semana después un pescador alertó a la policía, de que en un bosquesito cercano a una de esas cuevas de mar, había dos personas ahorcadas... ... ya no quiero hablar de esto.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-76326909342919269002009-10-21T15:17:00.001-04:002009-10-21T15:19:08.966-04:00Señoras Que Limpian<div>Era otra mañana como todas las mañanas entre lunes y viernes en la comunidad de Alturas de Monte Verde, en la parte central de Villa Traición. Un lugar el cual en su comienzos por su precio y exclusividad atrajo a un grupo muy particular de ciudadanos, aquellos que decían o creían ser parte de la clase media-alta (si tal cosa existe porque aún dentro de las divisiones, hay oportunidad de clasificarse y dividirse más).</div><div><br /></div><div>En este lugar, ocurría otra cosa muy peculiar, una migración mañanera, a eso de entre las ocho y nueve de la mañana. Un ritual puntual y sincronizado de señoras, todas entre sus 30 o 40 y pico de años de edad que se desfilaban muy bien vestidas y maquilladas por las inmaculadas aceras de la comunidad, de camino a sus lugares de trabajo. Pero esta migración no consistía de las autodenominadas señoras de la clase media alta, si no de las "señoras que limpian". Así les decían, con desprecio, pero sin vulgaridad.</div><div><br /></div><div>Contratadas para limpiar de lunes a viernes hasta el más insignificante pedacito de polvo o sucio de cada esquina, rincón o recoveco de la casa, y en general hacer cualquier tarea indeseable. Este escuadrón de señoras expatriadas conseguía trabajo salvando las manos, uñas y egos de sus jefas. Lavando los platos de comidas que no comieron y doblando ropas interiores que no utilizaron mientras buscaban formas de entretenerse con la vida escondida, que en su día les encontraban a sus jefes.: cartas de amantes, manchas de maquillaje en las camisas, conversaciones telefónicas sobre-escuchadas, facturas de moteles y de noches de vino que no se compartieron como lo mandaban las iglesias y leyes que los unieron. De todo,todito se enteraban las señoras que limpiaban, quienes se juntaban en las paradas de guaguas y de trenes, todas las tardes de semana, a jugar a quien tenía el mejor chisme.</div><div><br /></div><div>Amas de varias casas y de ningunas a la vez, haciendo los quehaceres del hogar en hogares postizos. Para luego tener los recursos y hacer los mismo quehaceres en sus propios hogares.</div>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-51089050943498849332009-08-21T18:41:00.002-04:002009-08-29T18:13:56.966-04:00<div style="text-align: justify;">Doña Ramona llegó a Villa Tración, allá para los milnovecientosdiesipico. Había recorrido toda la zona buscando empleo como empleada doméstica, y luego de trabajar en prácticamente toda la zona, se acordó que tenía una prima que era vecina de la ahijada de Doña Raquel Martínez de Fuentes, esposa de Don Gerónimo Fuentes Concepción, dueño y señor de una de las haciendas más prestigiosas de Villa Traición. Llegó con su nieta de 15 años, Josefina.<br /><br />Las dos llegaron a Villa Traición, aterrizaron en la casa de la prima que era vecina de la ahijada de Doña Raquel Martínez de Fuentes, y en pocos días, ambas se instalaron en la Hacienda Los Laureles, en donde Doña Ramona se hizo cocinera (Don Gerónimo llevaba dietas especiales por sus cólicos) y Josefina ayudaba en todo lo demás. Todos sabían que al viejo le había gustado la niña, pero se hacieron de la vista larga, excepto Doña Ramona que un día dijo: <span style="font-style: italic;">"El día que usté le ponga un dedo encima a la niña, será su último, y con usté se va su familia y su hacienda"</span>.<br /><br />Una noche, Don Gerónimo esperó a que todas las luces de la casa se apagaran, bajó sigilosamente las escaleras, y se dirigió a la cocina. Mientras Josefina terminaba de barrer, Don Gerónimo se le avalanzó encima e intentó abusarla. Ella se resistió y entonces al pobre viejo le entraron los violentos y usuales ataques estomacales y salió corriendo. La niña, asustada, salió corriendo a su cuarto. Estaba tan nerviosa que no supo explicarle bien lo sucedido a su abuela y ésta, creyendo que Don Gerónimo había deshonrado a la niña, salió sigiliosa de la casa, fue directo al granero, agarró una hoz y regresó a la casa. Subió las escaleras y fue directo a la habitación donde descansaban los esposos. Abrió la puerta, <span style="font-style: italic;">"se lo advertí, Don Gerónimo"</span>, y de una le abrío el estómago al viejo. Un chorro de sangre la salpicó en la cara, y como si estuviera poseída por el mismísimo demonio, hirió de muerte a Doña Raquel, ocasionándole una herida que casi le dejó la cabeza colgando de un hilo. Luego, se dirigió hacia las habitaciones de toda la hacienda, picando a todos y cada de los que vivían allí, los hijos de Don Gerónimo con sus familias y a todos los empleados. El único que se salvó fue Juanito, nieto los esposos. Un nene de 12 años que tenía la mala costumbre de andar espiando y enterándose de asuntos de gente mayor.<br /><br />Aún en el trance, Doña Ramona fue a la cocina, agarró un quinqué, y en menos de tres minutos más de la mitad de la casa estaba en llamas. Luego, se encerró en su habitación con la nieta, la abrazó y juntas se acostaron a esperar la muerte.<br /><br />Ardió la Hacienda Los Laureles, y cuantos vivían allí. Dicen que el fuego duró tres días, hasta que la lluvia llegó por clamor de la gente, quienes creían que las llamas acabarían con todas las casas y establecimientos del pueblo.<br /><br />Juanito, con su tartamudeo habitual, contó la historia cientos de veces. La gente parecía fascinada con la tragedia. Pronto pasó el tiempo y el gobierno se encargó de restaurar la hacienda y ponerla a la venta. Crecieron los rumores y los cuentos exagerados: "<span style="font-style: italic;">... si pasas cerca de la hacienda después de las 12 de la medianoche, escucharás gritos... gritos de las ánimas quienes fueron pasados por la hoz ..."</span>, <span style="font-style: italic;">"... vas a escuchar los pasos arrastrados de Ramona.. y el sonido de la hoz cortando carne humana ..."</span>.<br /><br />Con estos cuentos nos recibieron a mí y a mi familia. Nadie quería que comprámos la hacienda. A mí este tipo de cuentos de muertos no me asusta, pero, mi mujer está que no pega un ojo en las noches desde que nos mudamos. Dice que ve sombras, que escucha la voz de un hombre quejándose de dolor de estómago y que ve manchas de sangre por todas partes.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-30195792627979847682009-06-25T12:12:00.002-04:002009-06-25T12:17:49.961-04:00La mayorca<div style="text-align: justify;">Hoy llegué a la misma vez que ella a la oficina. Entramos a la vez. Ella comenzó a hablar de una película que vio hace poco. Yo también la había visto, así que comenté acerca del tema. Llevé mayorcas. Ella se comió una. Con disimulo, miré su boca cubierta de azúcar. Después la imaginé desnuda. La imaginé desnuda. Y el azúcar. Y desnuda.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-60664052260514922842009-06-09T18:13:00.002-04:002009-06-09T18:16:30.626-04:00¡14 SEGUIDORES!<div style="text-align: justify;">¡Saludos!<br /><br />.Lo que empezó como una tontera es ahora un blog que tiene 16 seguidores. Muchas gracias. Taimoor y yo estamos agradecidos, y prometemos escribir más a menudo. Es mañana publico otra historia. "No se vaya nadie", como dicen en la tele. Gracias.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-80432105831639959352009-05-22T17:12:00.003-04:002009-05-22T17:26:33.601-04:00Gregorio, el tasador<div style="text-align: justify;">La primera vez que cuestioné las relaciones ilícitas entre mi papá y Paloma Díaz, mi mamá contestó: <span style="font-style: italic;">"... ahí también hay una historia de amor ..."</span>. Pronto tendré la mía. La primera vez que lo vi, se sentó a almorzar conmigo. En mi vida lo había visto. Recuerdo la camisa a cuadros, el pantalón algo ancho, las botas, y el pelo más o menos largo. Se sentó como si me conociera de toda la vida. Me gustó. No recuerdo mucho las cosas que me dijo, sólo que es tasador, y que trabajamos en el mismo edificio. No recuerdo mucho. Píldoras mágicas. Tres días después lo volví a ver. Se me escapó. Mis compañeras de trabajo lo veían casi todos los días. Yo nunca. Siempre pasa que cuando quieres ver a alguien, el resto del mundo tiene la suerte. A Dios le gustan los juegos chistosos. Hoy lo vi. Me puse nerviosa. Subí el elevador. Bajé. Él seguía abajo. Le pregunté el nombre. Tiene un anillo. Está casado. Mi papá. El ejemplo. Esta será mi historia de amor.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-8269276977198848692009-04-06T15:18:00.007-04:002009-04-18T17:37:16.264-04:00La carta<div style="text-align: justify;">25 de junio de 1963<br /><br />Agustina:<br /><br />Te vi por primera vez cuando tenía 15 años y nunca quise mirar nada más. Contigo me bastaba. Sabía que serías para mí desde que te vi. Porque nunca hubo nadie como tú. Porque no existe persona que se te compare. Estoy a miles de cartas de ti. Me he descubierto a mí mismo. He descubierto que nunca fui una buena persona. He descubierto que soy un hijo de puta. En este momento te hago el favor de tu vida. No me esperes.<br /><br />Juan<br /><br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-17404763693222985432009-03-18T12:04:00.007-04:002009-10-19T23:44:03.730-04:00Protocolo<div style="text-align: justify;">Miraba a todo el que estaba a su alrededor, quería ver quien lo miraba, quien lo observaba. Cuando hace contacto visual con alguien, rapido lo rompe, hace como si tubiera un proposito. Miraba el reloj, sacaba su mobil, volvía a mirar el reloj, pensarían que esperaba por alguien, pero realmente solo estaba parado ahí, al lado de la puerta del bar. Pasaban unos segundos y volvía a ver si quien lo miraba todavía lo hacía, casi nunca era así. Solo fue una mirada investigativa, de esas que uno le da a un perro que rebusca en la bolsa de basura en la acera. Decide entonces caminar, hacía ningún lugar en particular, pero con la urgencia de que lo esperan en aquella otra esquina. Cualquier otra esquina a la que prontamente llega y mira a sus alrededores con el mismo protocolo anterior, pero esta vez hace como si se le olvidara algo, y vuelve a donde estaba parado inicialmente, de un lado o del otro de la puerta del bar. No ve caras amigables ni nadie que lo espíe, así que entra al bar pide una cerveza y mientras espera que le sirvan examina las otras personas en el bar. Aparentan pasarla bien, conversan, ríen, beben, fuman al ritmo de la música del que monopoliza la bellonera con cinco pesos. Ese que canta y baila como si estubiera en la ducha de su casa despues de un día de playa.<br /><br />Paga la cerveza, le da un sorbo, y decide hacer la fila del baño, aunque no tiene ganas ni necesidad de ir al baño. Llega al pasillo del baño, nada fuera de lo común aquí, personas que no se pueden quedar quietas por sus ganas de orinar y solo dos personas estan en fila, esta actividad la completará con rapidez. Mientras espera, sigue su protocolo de observación y de aparentar tener algo más importante que hacer, pero nadie en la fila dice nada, solo miran fijamente la puerta que dice "<span style="font-style: italic;">Caballeros</span>". Del baño de hombres sale la persona que lo ocupaba, y entra el próximo en turno, mientras llegan dos mujeres con cervezas en las manos y sonrisas en las caras. Una de ellas lo mira y le pregunta si el baño de "<span style="font-style: italic;">Damas</span>" esta ocupado a lo que contesta: <span style="font-style: italic;">"Sí, hay una mujer ahí hace como veinte minutos, o tiene algún problema que no queremos saber o hay que llamar a los bomberos para que la rescaten"</span>. Todos comparten una carcajada, de esas medias forzadas como cuando el jefe te dice un chiste, y vuelven al silencio. Las dos mujeres continuan su conversación previa y el trata de escuchar y reirse con ellas, pero ellas bajan la voz.<br /><br />Casi simultaneamente salen de ambos baños los que los ocupaban y quedan solo él y una de las mujeres en sus respectivas filas, despues de que las dos mujeres se debatieran quien tenía más apuro. El intentaba hacer contacto visual con su compañera de fila de baño pero ella solo miraba las burbujas en el vaso de su trago y ocacionalmente el salón principal del bar. Mientras la analiza de arriba abajo, mirando sus pies con zandalias abiertas y sus dedos medios sucios de polvorin de carretera, del baño de hombres sale su ocupante, y al fin llega su turno. Entra al baño y busca un lugar para poner su cerveza, un lugar limpio en un baño de borrachos, un problema complicado de analisis alcoholico. Decide ponerla en el lavamanos, y se mira en el espejo. Se mira por uno o dos minutos y se acomoda el mechón de pelo que se esconde tras la oreja. Abre al grifo del lavamanos y deja el agua correr por unos segundos para luego volver a cerrarlo sin mojarse las manos, ni tan si quiera un dedo. Se mira un momentito más en el espejo, todo esta en orden, agarra su cerveza y sale nuevamente al bar. Así pasaba sus noches, así se las pasaba por Villa Traición.</div>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-35998830825869397232009-03-06T15:43:00.003-04:002009-03-06T16:51:08.208-04:00La lengua<div style="text-align: justify;">Si le preguntas a cualquier mujer de Villa Tración, todas y cada una de ellas te harán cuentos de sus experiencias personales en el transporte público, porque la verdad es que montarse en esas guaguas siempre ha sido lo peor. Para nosotras las mujeres, es más que peor. Es una cadena de tragedias: los conductores conducen como locos; los conductores no se percatan cuando la guagua va repleta y aún así, siguen recogiendo personas en las paradas; cuando hay muchas personas, entonces no hay asientos disponibles, y si encuentras uno, rápido lo cedes al viejo suduroso o a la viejita coja, entonces tienes que quedarte de pie; entonces, tienes que agarrarte de alguna cosa porque de lo contrario cada vez que acelera la guagua o cada vez que se detiene, podrías irte rodando hacia atrás o hacia el frente. Pero, el mayor problema que tiene el transporte público de Villa Traición son los hombres.<br /><br />Recuerdo que aquel día andaba con un humor de perros porque estuve esperando más de 30 minutos en una parada, iba tarde al trabajo y por tercer día consecutivo estaba lloviendo, así como de huracán. Por fin aparece la guagua. Por fin subo. Naturalmente, no había ni un solo asiento disponible. Maldije a mi abuela muerta por haber parido a mi madre, a mi madre por haberme parido a mí, y a mí por estar destinada a parir. Entonces, me quedé de pie. Al rato, me percato que estoy parada literalmente frente a un hombre que no dejaba de mirarme los pechos. Y es que hay que ser bien asqueroso, porque yo no tengo nada. Aquí no hay nada. Yo no tengo para nadie. Visiblemente molesta, le di la espalda. Entonces sentía sus dos ojos, uno en cada una de mis nalgas, y el escalofrío de saber que un hombre feo, viejo y sudado me estaba mirando. Un joven se dió cuenta de lo que pasaba y me ofreció su asiento. "Siempre he confiando en la bondad de los desconocidos". Sonreí, le di las gracias y me senté.<br /><br />Ahora tenía mejor vista al panorama de la guagua. Una señora enorme no dejaba de ligarse al cartero quien a su vez, se ligaba a la madre soltera de pantalón apretado, camisa con escote y coche con bebé; un niño correteaba por encima de los que estábamos sentados, mientras su madre le meneaba el rabo al empresario de zapatos sucios y maletín roto; un novio le tocaba los muslos a su novia, y ella hablaba por su teléfono celular: "... que cuál es el número de Antonio! que no te oigo que ando en la guagua! ...". De pronto sentí que me miraban otra vez. Esta vez no me estaban mirando los pechos ni las nalgas. Esta vez me estaban sacando la lengua. Sí. Un hombre me miraba, guiñaba el ojo derecho, sacaba su lengua fuera de su boca y se mojaba los labios de manera obscena. Incrédula, mire hacia atrás y luego comprobé que en efecto, la lengua era para mí. Tuve la peor imagen mental: el desconocido, su lengua, mi boca, la gente, mi cuello, saliva, sus manos, y entonces me entró un asco horrible y se me erizó la piel.<br /><br />Justo en ese momento se detuvo la guagua y por la salida de atrás, entró un deambulante. El conductor frenó en seco, al punto que el niñito fastidioso que correteaba por los asientos, se golpeó feo y empezó a llorar como si lo estuvieran destripando. El conductor quería que el deambulante entrara por la otra puerta y pagara. El demabulante no quería bajarse. El conductor que sí. El deambulante que no. Y en conductor que sí y el demabulante que no, y yo que me levanté del asiento y grité: "ESTE PUEBLO ES UNA GRAN MIERDA". Y me salí. Juré nunca más volverme a subir, pero quién rayos camina de un lugar a otro en este pueblo. O te mojas, o te pierdes o te mueres.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-18930526589248146552009-02-07T12:10:00.006-04:002009-02-11T23:19:14.728-04:00El fufú<div style="text-align: justify;">Te lo voy a contar como me lo contaron. Cuentan que en la Pensión de Las Ánimas, allá en la calle Herminio Rodríguez, muy cerca del Pabellón de los Héroes Caídos, se formó la grande cuando alguien que vivía allí, o cerca de allí, hizo aquel terrible fufú que contagió de mala suerte a toda Villa Traición. En aquel tiempo la pensión era el hogar de una sarta de personajes folklóricos del pueblo: Mauricio Sánchez, quien luego se convertiría en el único escritor de literatura erótica del pueblo; Celestina Campos, la primera mujer que se atrevió desafiar a un hombre a duelo (lo mató, naturalmente); Justina Pérez, costurera y amante del alcade de Villa Traición; Alejandro Castro III, homosexual, actor frustrado; Juan Antonio Ramirez y su mujer, Rafaela, dos nacionalistas que se la pasaban peleando y armando escándalos; y la dueña, Doña Virginia Díaz y su nieto, José Ignacio Rivera, ella era maestra retirada, y el nene torturaba a todos los vecinos con su acordeón. En realidad eran más los que vivían en la pensión pero esos son los que vale la pena mencionar.<br /><br />Dicen que el alboroto y escándalo de la pensión en aquellos tiempos era tal, que todas las noches algún vecino de otra pensión o casa aledaña llamaba a la policía y entonces comenzaba el desorden de luces incómodas y de gente hablando alto y seguido. La Pensión de las Ánimas era uno de los lugares más odiados de Villa Traición, hasta que un día se detuvo el tiempo y entonces las cosas cambiaron. Las cosas se pusieron peor.<br /><br />Cuentan que un día de abril de pronto el día se puso muy lento. El clima se volvió loco y entonces llovía por 10 minutos y luego salía el sol, luego llovía por 10 minutos, luego salía el sol, luego llovía por 10 minutos, luego salía el sol, y el cielo cambiaba de violeta feo a amarillo raro. Cuentan que de la pensión no salía ni un solo ruido, y que la claridad y oscuridad del día creaba como ilusiones ópticas raras y que a veces parecía que el edificio ardía en llamas. Ese día no hubo policías ni peleas ni alboroto ni acordeón. Entonces, la pensión parecía muerta, y siguió muerta por seis días consecutivos. La gente que vivía allí parecía estar bajo los efectos de un terrible conjuro: el escritor tuvo atrofiada su mano izquierda por días; La asesina decía ver el fantasma de Nino "El tuerto" bailando desnudo en el baño; la costurera sólo podía ver en blanco y negro; el actor frustrado se había quedado mudo; los nacionalistas hablaban en lenguas y no podían entenderse; la maestra lloraba sin consuelo por estudiante que reprobó hacía 20 años atrás y su nieto había olvidado cómo tocar el acordeón. Entonces Villa Traición parecía hechizado. Era como si algo que salió de la pensión se hubiese apoderado del pueblo entero. La gente andaba loca. Hasta que Doña Encarna, la de la tienda de plantas raras y collares de colores, dijo: "Este pueblo está embrujado y el brujo lo hicieron en la Pensión de las Ánimas".<br /><br />Doña Encarna y su hija Gertrudis fueron hasta la pensión y estuvieron tres días y tres noches buscando alguna cosa que diera pista de brujería. Hasta que encontraron varias cosas extrañas bajo la cama apolillada y rota que estaba en el sótano del lugar. No voy a mencionar los detalles de lo que encontraron allí porque todavía me da miedo. En fin, Doña Encarna convocó a sesiones de despojos en masa y luego de varias semanas todo volvió a la normalidad. Nunca nadie supo quién había hecho el brujo, pero todos sospechaba de una misma persona. Que me parta un rayo antes de mencionar su nombre. Nadie nunca olvidó el día que la Pensión de las Ánimas parecía el mismísimo infierno ni los días caóticos de Villa Traición.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-90941764593503401832009-02-03T22:45:00.005-04:002009-03-10T20:39:23.384-04:00Secretos<div style="text-align: justify;">Las cosas del amor son así todas complicadas, o es que yo me complico por gusto. Me miras, pero no me miras; te hablo, pero no me escuchas; te hablo y no me prestas atención, en realidad haces que me prestas atención, pero no lo haces realmente. Yo me fijo. Estoy empezando a creer que soy un objeto decorativo que te pinta la vida bonita de vez en cuando, y en ese momento te das cuenta que soy algo importante, pero luego lo olvidas. Ya no respondes a los "te quiero". Ya no respondes a los "que lindo eres". Ya no respondes a los "Que te vaya bien". Ya no respondes a los "Ojalá te vea la cara todas las mañanas hasta el día que me muera". Y es que somos incompatibles, sabes, y yo quise creer que ese particular era lo más interesante de nosotros. Siempre fuimos diferentes el uno del otro. La gente lo decía. Entonces, ahora pienso que hay momentos en la vida en que a la fuerza queremos tener ciertas experiencias, y queremos encontrar cosas en donde no las hay. Yo creí que esas cosas sí existían. Y me culpo de todo. Por vivir en las nubes. Por querer vivir como en las canciones. Por querer vivir como en los poemas. Por pensar que la vida puede ser igual o mejor que cualquier película de las felices. Me culpo, pero me gané el premio. Porque este castillo lo construí yo. Porque me inventé mil formas para quererte. Porque envié cartas, hice dibujos, robé flores, hice acrósticos y crucigramas de amor, envié mensajes subliminales y te acaricié por telepatía. Me gané el premio, porque esto es lo mejor que me ha pasado en la vida. Porque por ti abrí los ojos y vi un mundo repleto de posibilidades. Entonces todo fue más lindo. Entonces todo fue importante. Entonce yo me sentí linda e importante.<br /><br />Las palmadas en el hombro ya me tienen cansada. Las conversaciones forzadas ya me tienen casada. Las miradas perdidas ya me tienen cansada. El cariño forzado ya me tiene cansada. La rutina ya me tiene cansada. La telepatía ya no funciona ni las cartas ni los acrósticos. El amor mismo ya no funciona. Ayúdame a inventarme más cosas. Ayúdame a ayudarnos.<br /><br />¿Porqué ya no me quieres?<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-73884811854173265932009-01-13T10:03:00.019-04:002009-01-15T10:27:04.275-04:00No es promedio<div style="text-align: justify;">Ya no le gustaba hacer exámenes de ningún tipo. Se lo había prohibido a sí misma que no haría ningún otro examen de personalidad, que eran todos basura, chatarra y no servían para nada. Ni una más, ninguna prueba de inteligencia ni de memoria,ni de caracter ni de conocimiento en la cama, ni de nada. Estaba cansada de quererse descubrir, de querer comprender un poco más de qué ocurría en su cabeza, y después de contestar entre 10 a 20 preguntas la única contestación certera que recibía era que todo indicaba a que era una persona promedio. <span style="font-style: italic;">"¿Promedio?" </span>repetía en su mente, sin entender. <span style="font-style: italic;">"¿Soy promedio?</span>" pensaba mientras fruncía la frente y ponía la cara como la de persona que lee una receta y ve ingredientes que nunca ha conocido en su vida, medidos en gramos, centígramos y mililitros.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: italic;">"Y los últimos estudios demuestran que en promedio, cinco de cada 10 mujeres de Villa Traición terminarán en una relación poco saludable en la que no serán felices"</span>, escucho decir en la radio mientras conducía su auto. Inmediatamente cambió de emisora; <span style="font-style: italic;">"... al carajo los promedios... " </span>dijo en voz alta, mientras esperaba a que cambiara el semáforo en un día particularmente soleado y caluroso, entre las 3 y 4 de la tarde. De esos días que miras la carretera y hasta las líneas que dividen los carriles parecen derretirse y parecen querer despegarse y salir corriendo. Mientras esperaba miraba a sus alrededores y al otro lado de la calle,<span style="font-style: italic;"> "Protégete: una de cada cinco personas tiene una enfermedad venérea"</span> le decía el cruzacalle.<span style="font-style: italic;"> "... pfff, y seguimos con la estadísticas... ¿este semáforo nunca cambiará?"</span>, pensó mientras tarareaba la canción en la nueva emisora.<br /><br />Cambió el semaforo, <span style="font-style: italic;">"... al fin movimiento... "</span>, pensaba mientras miró el reloj, <span style="font-style: italic;">"Voy tardísimo"</span>. Ya se podía imaginar la cara de empleado de Gobierno que tendría su hermana, puesto que le había repetido mil veces que llegara temprano a buscarla y lo mucho que odiaba llegar tarde a los lugares. Le fastidiaba mucho pensar en la cantaleta que le daría su hermana por los próximos 20 a 40 minutos que se tardarían en llegar a casa de su madre, pero qué más daba, ya estaba acostumbrada.<br /><br />Estacionó su auto en el lugar usual para recoger a su hermana, frente al edificio Vistas de Villa Traición en plena avenida bajo el letrero de prohibido estacionarse. Se bajó de su auto y con mucho ajoro entró al edificio, donde paró cerca de la puerta en lo que sus ojos se ajustaban al cambio de iluminación. Prosiguio hacia los elevadores y oprimió el boton de subir. "<span style="font-style: italic;">Tras que llegas tarde me ignoras"</span>, escucho decir y se dió la vuelta. Ya su hermana estaba sentada en el vestíbulo, con la mismísima cara que había cara había construido en su imagen mental, atinando hasta la forma en que arrugaba la nariz cuando estaba muy molesta. Le sonrío pero no obtuvo nada a cambio, lo que le causó un poco de gracia. <span style="font-style: italic;">"De qué te ríes, mira la hora que es ya"</span>, le dijo con tono de policía que descubrió ese día que su esposa le es infiel. <span style="font-style: italic;">"De nada... Estoy muy bien... ¿y tú? Gracias por preguntar"</span>, le contestó sarcásticamente. A lo que su hermana respondió con una mirada de púdrete, y una exhalación de toro en corrida.<br /><br />Su hermana había sufrido un serio accidente de auto apenas dos meses atrás, y todavía no había recuperado completamente el uso de su pierna derecha. Desde el día del accidente ella la carreteaba, arriba y abajo, incluyendo sus visitas semanales a cenar a casa de su madre. Salieron del edificio y se dirigieron al auto lentamente y con mucho cuidado, caminando como viejito con bastón en un centro comercial. Andaban tan despacio y concentradas en la tarea que al igual que muchos conductores que transitaban la avenida, no habían notado que del edificio bajo construcción al otro lao de la calle se había soltado el carrito de <span style="font-style: italic;">hotdogs</span> que tradicionalmente se estaciona en cualquier construcción de más de dos meses. El carrito, lentamente pero ganando velocidad, se dirigía hacia ellas cargado de deliciosos <span style="font-style: italic;">hotdogs</span> que se deshacen en la boca, chili, cebollitas, repollo y papitas. De color metálico y muy brilloso, equipado con sombrilla multicolor, el carrito ya se metía en la avenida y comenzaba a cruzar, mientras la personas esperando el cambio de semáforo en la intersección miraban con cara de perro confundido tras recibir un regaño de su amo. Mientras todo esto ocurría, ya ella terminaba de acomodar a su hermana y comenzaba a caminar, sin percatarse de lo que ocurría, hacia el lado del conductor del auto. Caminaba con las llaves del auto en la mano y mil pensamientos en la mente cuando de pronto el tiempo comenzo a correr en cámara lenta. Escuchó los chillidos de goma de carro frenando en apuros muy cerca, demasiado cerca, seguido por el sonido de un choque , el sonido que todo el mundo espera con los ojos cerrados después de escuchar un gran frenazo.<br /><br />Cuando abrió los ojos sólo vio venir hacia ella una gran lluvia de <span style="font-style: italic;">hotdogs</span>, chili, cebollitas y papitas que provenía del carrito que chocó un conductor que venía demasiado rapido como para frenar a tiempo. Fútilmente trato de cubrirse con las manos el pelo y la cabeza pero ya era tarde, estaba cubierta de pies a cabeza en una deliciosa mezcla de comida rápida. Había <span style="font-style: italic;">hotdogs</span> por todos lados, hasta uno que como si le hiciera falta, le había caído dentro de la blusa entre los pechos. Entre gente alarmada y gente muriendo de la risa, pensaba <span style="font-style: italic;">“vaya, que bien”</span>, sin saber si reírse o llorar, <span style="font-style: italic;">“... dentro de que promedio de personas caigo en ésta ...”</span>.<br /></div>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-47797472222156211762008-12-12T13:55:00.008-04:002008-12-13T03:02:55.390-04:00Motivación en la Desmotivación<div style="text-align: justify;">Hoy cumplía cinco años en su empleo. Cinco años con los mismos compañeros de trabajo, cinco años con sus mismas caras de agobio e infelicidad que nunca cambiaron desde el primer día en que llegó. Cinco años con los mismos cuadros de paisajes que nunca había visitado, paisajes para inspirar tranquilidad, de esos con un bote solitario en un lago entre montañas en medio de otoño. <span style="font-style: italic;">"¿Qué diablos hace ese barco ahí en el medio de un lago sin tripulantes? ¿Acaso murió el pescador? ¿Se ahogó?"</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Cinco años con los mismos carteles descoloridos por años y años de supuesta motivación a los empleados, esas mierdas que cuando las lees y relees por años, cada letra de la oración se siente como si fuera un pedacito de vidrio que te cae en el ojo: <span style="font-style: italic;">"¡Todo es mejor en equipo!"</span>, <span style="font-style: italic;">"Amamos a nuestros clientes"</span>, <span style="font-style: italic;">"Qué bien se siente sonreir"</span>. <span style="font-style: italic;">"¿Quién diablos se motiva con esta mierda? ¿Quién llega un día a su oficina, despues de haber peleado con su pareja, haber pasado dos horas de su vida a cinco millas por hora en un expreso repleto de autos y haber pagado el marbete del carro con cuatro multas con recargos, y luego lee esa mierda un poster con un gato sonriente y se le arregla el día?"</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Cinco años en el mismo escritorio, el mismo que pidió que le cambiaran desde el primer día por que tenía una gran metrópolis de polillas viviendo en él y la respuesta de la gerencia fue fumigarlo, por lo cual pasó dos semanas que, a donde quiera que iba a almorzar o despues del trabajo, la gente lo olfateaba y se le despegaba. <span style="font-style: italic;">"Debí haber sacado este escritorio al estacionamiento y haberle pegado fuego desde el primero día que llegué."</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Cinco años que habían pasado como si fueran una semana,. Así pasó todo el día sentado, pensando, meditando, buscando una respuesta mientras miraba el boligrafo conmemorativo que le regalaron a cada empleado en el último aniversario del Miniesterio de Hacienda de Villa Traición. <span style="font-style: italic;">"¿Qué he hecho en estos últimos cinco años? Nada, no he hecho nada, no tengo ni un solo recuerdo grato de estos últimos cinco años, ningún momento que traiga una sonrisa a mi cara, nada suficientemente significante para dejar un rastro en mi memoria."</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Miró su carnet, había una persona sonriendo en la foto, Antonio Machado, Asistente de Rentas Internas. <span style="font-style: italic;">"Quiero ser esa persona de nuevo. Hoy seré feliz."</span> Sacó de su bolsillo una caja de cigarillos y el encendedor. Sacó un cigarillo y lo llevo a su boca lentamente, lo prendió, inhaló y exaló. Al instante, dos de sus compañeros lo miraron con cara de asombro y confusión, como si vieran un perro tomándose una cerveza o vieran una vaca violeta. Segundos más tarde le preguntaron que qué hacía, que no podía fumar en la oficina, que lo despedirían, a lo que Antonio respondía con mirada de todo va a estar bien y una sonrisa. Antonio se levantó de su escritorio, con cinco horas todavía restantes de su jornada laboral y se quito el carnet, y la corbata. Caminó hacia el elevador, todavía con el cigarillo prendido, y bajo hasta el vestíbulo. Caminó hacia la puerta de entrada y con cada paso, su sonrisa se agrandaba más, la alegría se podía ver en su rostro, emanaba de él como las risas de niños en un parque, como las carcajadas que escuchas a lo lejos cuando pasas cerca de un chinchorro de barrio. Salió por la puerta, salió de Villa Traición y nadie supo nunca mas de él.</div>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-46134304083917406012008-11-27T19:05:00.006-04:002008-12-13T03:06:25.622-04:00En el confesionario<div style="text-align: justify;">Cuando llegué a Villa Traición tenía 25 años. Me sentía más lejos de mi familia que nunca. Acababan de ordenarme como sacerdote y me habían envíado a "guiar por el camino de la redención a las almas perdidas de Villa Traición". En realidad nada era diferente a lo que antes había visto, puesto que había hecho el seminario en la Santa Angustia: pueblo pequeño, ancianas religiosas, mujeres chismosas, borrachos, jóvenes desorientados, y así, todo lo que se ve en esos pueblos "olvidados por Dios", como dicen ellos mismos. Luego pasó lo peor.<br />Como se acostumbraba, los sábados eran días de confesiones. Se abría el templo desde temprano y así, acudían todos los que quisieran confesarse. Padre Rafael y Padre Andrés confesaban de 8:00 a 10:30 y, Padre Benito y yo, confesábamos de 10:30 a 12 del mediodía. Durante esas horas, puedo jurar que escuchaba de todo. <span style="font-style: italic;">"Padre, llevo mirando con malos ojos a mi cuñada, desde hace más de diez años"</span>, "<span style="font-style: italic;">Padre, le saco veinte dólares a mi marido de la cartera, cada vez que se emborracha... pero, mire usted, le estoy haciendo un favor...", "Padre, pero entiéndame... soy un campesino, no tengo mujer... entre las vacas y las mujeres no hay mucha diferencia ...".</span> Hasta que un día de verano, entró ella a confesarse. Ya la había visto antes. Iba a la misa con sus padres todos los domingos. Confieso que siempre la miraba con disimulo. En las noches pensaba en ella y luego pasaba horas cuestionándole a Dios porqué me había puesto una distracción en el camino. Siempre me cuidaba de ese tipo de cosas. Después de todo soy hombre.<br />Ella nunca se confesaba conmigo. Nunca coincidíamos. Pero ese sábado, cuando la vi entrar al confesionario, me puse muy nervioso. Estaba sudando. Ella, tan pronto entró, se quitó la mantilla y se arrodilló. Yo estaba tan nervioso, que ni la miré a los ojos y hasta olvidé decir el Ave María Purísima. Ella lo dijo por mí. De pronto sentí como si fuese yo el que tuviera algo que confesar. Ella me miraba todo el tiempo. Tú sabes cuando alguien te está mirando. Yo no podía respirar.<br /><span style="font-style: italic;">"Padre, yo sé que usted se la pasa mirándome... ¿Porqué no me mira a la cara ahora?"</span>. Yo no dije nada. ¿Qué uno contesta cuando le dicen algo así? La miré. <span style="font-style: italic;">"Padre... ... ... voy a pasarme hasta donde está usted"</span>. Se levantó, corrió la cortina, salió y entró hasta donde estaba yo. Se sentó en mi falda. <span style="font-style: italic;">"Ya no queda nadie para confesarse... el otro Padre ya salió también...Padre... estamos solos"</span>. Y me besó. Estaba confundido. ¿Quién se resiste a eso? La besé fuerte. Me interrumpió. Se quitó el traje. Me bajó los pantalones. Lo demás es historia. En ese confesionario quedaron los mejores veinte minutos de mi vida.<br />En la noche, conversando en el balcón con los demás sacerdotes, pensaba en ella. En todo lo que me dijo al oído. En todo lo que me hizo. Sentía que me iba a desmayar. Tiempo después, la mandaron a estudiar al extranjero, y a mí, me mandaron de misionero a Los Desaparecidos. Nunca más la volví a ver.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-58703574485989874632008-11-10T17:10:00.005-04:002008-11-29T01:37:20.194-04:00.Carmen, la madre de Rafael.<div style="text-align: justify;">Todo el mundo recuerda, con alegría o con pesar, el cuento de cuando se pierde la virginidad. Cuando estábamos todos en la escuela, a la hora del recreo, todos escuchábamos atentos las historias de sexo escandoloso que Manuel contaba, de cuando se escapaba de su casa para visitar El Jardín de Doña Margot, el prostíbulo más concurrido de Villa Traición. Contaba de cómo pasaba hasta la madrugada dejándonse masajear todo por Rosita, la estrella del prostíbulo y de cómo ella le obligaba a recitar avemarías cada vez que se estrujaban; o cuando Alberto, el hijo de Don Fernando -el banquero- contaba cómo él y Margarita se subían al techo de su casa a prácticar el "helicóptero húngaro"; o cuando Ramón nos mostraba los papeles con dibujos obscenos que se pasaban él y Andrea, en la clase de Historia. Y así todos celebrábamos las "desvirgadas", y así los demás contaban sus historias de sexo, y yo nunca tenía qué contar. Me daba verguenza ser el único que no tuviera cuentos así. Con qué tiempo. Salía de la escuela y tenía prácticas de pelota, y luego tenía que practicar el violín, y además, ninguna nena de la escuela me hacía caso.<br /><br />Luego sí tuve qué contar, pero nunca lo hice. Resulta que un sábado, Rafael iba a dar una fiesta en su casa. Las fiestas en su casa eran LAS MEJORES, porque su madre -divorciada- nos dejaba hacer de todo sin molestar. La verdad es que Carmen -su madre- era de éstas mujeres que se habían casado jóvenes, y claro, Rafael tenía 17 años, y su mamá parecía de 25. Naturalmente, todos nos la ligábamos y coméntabamos entre nosotros lo bien que se veía -claro, sin decirle nada a Rafael-. Tengo que confesar que Carmen fue, por mucho tiempo, la causa de mis masturbaciones de adolescente. Entonces... fuimos a la fiesta. Yo traté de "conectar" con María Elena, pero claro, sin resultados satisfactorios. Nos pusimos a tomar como dementes porque Manuel preparó "el destructor", un trago demoniaco que en realidad era la mezcla irresponsable de como 45 licores. Terminamos todos borrachísimos, con la diferencia que yo, estaba al borde de la inconsciencia.<br /><br />Me fui tambaleando hasta un cuarto, me acosté en la cama y todo comenzó a dar vueltas. Escuchaba la voz de mi madre dando vueltas en mi cabeza: <span style="font-style: italic;">"... Si te ofrecen alcohol, di NO!..."</span>. Odié a mi madre en ese momento. Claro, en las volteretas, me vomité completo, vomité todo. De pronto, sentí que me levantaban de la cama, Y casi arrastrándome, me trasladaban a otro lugar. Seguí vomitando. Me quitaron la ropa y me metieron de cabeza en una ducha. No entendía nada. Luego me sacaron de la ducha y me acostaron en el piso. Luego, ví así, con visión de borracho, cómo la madre de Rafael se quitaba la ropa. Ahí ya no me sentía tan borracho. En un período de tiempo relativamente corto, la madre de Rafael me estrujó hasta el cansancio. Recuerdo que me dijo muchas cosas al oído, pero no logro recordar más que un <span style="font-style: italic;">"¿Te gusta?".</span> Recuerdo haber contestado <span style="font-style: italic;">"sí"</span>. Al final, me vistió, me pasó la lengua por todo el cuello y las orejas, y me dijo: <span style="font-style: italic;">"Shhh, éste es nuestro secreto"</span>. Luego salió del baño. Al rato salí yo. Nadie se dio cuenta de lo que había pasado. Nunca dije nada.<br /></div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-90151468736555796432008-10-09T21:16:00.004-04:002008-10-09T22:24:31.256-04:00La boda del siglo<div align="justify">Julian y Alicia se casaron el sábado luego de largos años de noviazgo. Era la pareja joven de Villa Traición: las ancianas que les veían caminar por la plaza, suspiraban recordando amores de antaño, y el párroco de la Iglesia, el Padre Fidel, los usaba de ejemplo cuando hablaba del ideal del noviazgo y de la abstinencia sexual.</div><div align="justify"></div><div align="justify">Fue decisión de Julian encargarse de los preparativos para la boda. Esto sorprendió a todos, especialmente a la familia de la novia, que se vio libre de la gastaera que conllevaba el evento. De todas formas comenzó el correcorre: que si el local, que si las flores, que si las invitaciones, que si hablar con el cura, que si la Iglesia, que si los centros de mesa, que si la comida, que si las almendritas, que si la agrupación musical para la recepción, en fin, la avalancha de llamadas telefónicas, tarjetazos de crédito y firmas, continuó por días. En menos de tres semanas ya estaba todo listo.</div><div align="justify"></div><div align="justify">Fue una ceremonia hermosa. Don Rogelio entregó a la novia, vestido de marino de guerra, Doña Eliza cantó el Ave María, Dieguito llevó los anillos y a los novios se les veía muy felices. Luego vino el beso, el arroz y el<em> "¡Que vivan los novios!". </em></div><div align="justify"><em></em></div><div align="justify">La recepción fue el gran acontecimiento. Justo cuando ya todos estaban acomodados en sus respectivas mesas, Julian agarró el micrófono y dijo: <em>"... Quiero darle las gracias a todos por haber asistido a esta boda, ahora bien, bajo sus sillas hay un sobre... por favor, ábranlo ..." </em>Mientras se escuchaba el crugir del papel los semblantes de todos cambiaron. El sobre revelaba varias fotos de Alicia besándose con otro hombre. Julian miró a Alicia, que parecía no entender nada, y le dijo: <em>"Eres una zorra malagradecida. Quiero el divorcio",</em> le pasó un control remoto, <em>"Dale play</em>"<em> </em>y se fue.<em> </em>Alicia se quedó con la boca abierta, oprimió el <em>play</em> y de pronto en una de las paredes del local se empezaba a proyectar un vídeo comprometedor de Alicia junto con el hombre que besaba en las fotos, nada más y nada menos que Ramiro, el hermano de crianza de Julian.</div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-32715237541687041552008-10-06T14:05:00.008-04:002008-10-06T21:47:37.104-04:00El Libro de Manolo José<div style="text-align: justify;">Siempre que cuento alguna historia relacionada al libro de Manolo José, las carcajadas no paran entre todo el que tubo en sus manos en algún momento el libro. Es una de esas memorias que te traen gratos recuerdos de tu juventud, de esos recuerdos que no importa cuánto tiempo pase, tan pronto te pasan por la mente, el semblante cambia y una sonrisa aparece. Recuerdos como el día que afeitamos el gato de Doña Clemencia y la cara que puso al verlo, la vez que Puro uso un collar de algarrobas por una semana entera por que le dijimos que era un afrodisiaco irresistible para las muchachas, o la vez que Parches se meó encima cuando lo amarramos al árbol lleno de orugas en la finca de Don Arcadio.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">El famoso libro de Manolo José fue muchas cosas durante la "<span style="font-style: italic;">high school</span>". Era un escondite, era un transporte, era un desahogo, fue parte importante aunque fuera por un solo día, de varios residentes de Villa Traición. Consistía en un diccionario de la lengua española que Manolo le robó a su padre y meticulosamente le cortó un espacio entre las páginas para que sirviera como un transporte secreto de contrabando en la escuela sin que se levantara ni una sospecha. Transportaba cigarillos, pornografía, exámenes robados, ropa interior de mujeres, entre otras cosas. En las páginas sobrantes, estaba lleno de notas útiles para cualquier estudiante, como los mejores escondites en o cerca de la escuela para irte con tu novia o para ir a fumar cigarros.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">De todos estos cuentos el más gracioso y más conocido entre todos, fue el del día en que Jaime lo llevo a su casa, repleto de toda la colección de pornografía que los estudiantes de octavo grado de la escuela Anita Gertrudis Colón de Villa Traición habían acumulado a través de los años. Todos le advertimos de que lo debía cuidar con su vida y evitar a todo costo que callera en las manos equivocadas, que no debía dejarlo en ningún sitio, que no lo perdiera de vista y que si algo le pasaba, todos y cada uno de nosotros nos parariamos en fila y le patearíamos uno a uno hasta que nos cansaramos. Jaime en sus apuros y descuidos y a pesar de todas las advertencias, lo dejó en su cuarto encima de su escritorio entre sus otros libros, el mismo día en que su hermanita necesitaba un diccionario para su tarea de la clase de español. Espantada por las páginas de revistas europeas con mujeres haciendo cosas que nunca imaginaría que se hacían por el lugar donde orinaba y hasta una foto de Doña Leones sin ropa, se lo llevó a sus padres, los cuales interrogaron a Jaime y con poco esfuerzo, hicieron que apuntara a los culpables de su perversión. Sus padres reunieron a todos los padres de los involucrados, y hasta se entraron a trompadas, culminando la reunión cuando Don Miguel le rajó la cabeza a Don Corujo por que el hijo era el cabecilla y tenía la culpa. La mayoría de los padres estaban espantados, pero el padre de Manolo José, quien fue el creador del gran libro, se reía en su mente y sentía orgullo de lo que su hijo había hecho, pues en fin, eran niños explorando.<br /></div><br />Dos semanas más tarde, después de que todas las distintas sentencias de castigo culminaran, todos se reunieron para planificar como se vengarían de Jaime. Sólo les diré que de ahí en adelante, la imagen de alguien desnudo en la mente de toda la escuela, era la de Jaime corriendo por la escuela con las manos amarradas y las nalgas pintadas con las palabras <span style="font-style: italic;">"No sé esconder ni mis nalgas".</span>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-16108272856337423292008-10-03T15:13:00.003-04:002008-10-03T17:47:11.599-04:00La carne molida de Luisa<div style="TEXT-ALIGN: justify">Hace mucho tiempo, cuando las amigas de mi mamá venían a visitarla los sábados en la noche, y se reunían a contarse chismes y a hablar de hombres casados, escuché, escondida detrás de la puerta, uno de esos cuentos. El mejor cuento, diría yo. Luisa, la esposa de Ernesto, el del carrito de <span style="FONT-STYLE: italic">hotdogs</span>, contaba con efusividad cómo logró atrapar al hombre de su vida. Todos en Villa Traición sabían que Ernesto era mujeriego y que compraba servivios de prostitutas todos los sábados. Luisa contó cómo sus conocimientos de remedios caseros hicieron que Ernesto llegara a ella hipnotizado, como van las hormigas a los dulces de panadería. Luisa narró cómo su abuelita una vez le dijo que para atrapar a los hombres, las mujeres debían invitarlos a cenar a sus casas, y en los preparativos de la comida, debían estrujar pedazos de carne cruda por aquellos lugares del cuerpo que a los hombres vuelven locos. Luisa narró cómo fue a la carnicería de Don Rufino, compró tres libras de carne molida, y mientras la preparaba, se la estrujaba por todos sus "encantos", y se envolvió tanto, que hasta logró llegar al climax de la excitación sexual justo antes de que Juan, el cartero, la sorprendiera con la correspondencia del día. Todas ellas, señoras casadas y "serias", se morían de la risa con la historIa de Luisa.<br /><br />La mejor parte de la historia fue cuando Luisa dijo que, luego de preparada la comida y de la llegada de Ernesto, éste, de sólo probar bocado, se lanzó sobre ella y comenzó a desnudarla. Mientras se mezclaban en caricas furtivas, y Ernesto se disponía a darle amor "allí", una pequeña porción de carne, algo así como una albondiga, se escurrió de la ropa interior de ella y fue a parar a la boca de Ernesto. Él, inmediamente comenzó a vomitar. Ella, luego de asistirlo, le contó la historia de la <span style="FONT-STYLE: italic">estrujaera</span> de carne, y él, sólo por pensar que aquél cuento era el más erótico que le habían contado jamás, allí mismo le propuso matrimonio y a la semana siguiente, ya eran pareja oficial ante los ojos de Villa Traición. </div>LRhttp://www.blogger.com/profile/09024645012082685215noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6859112060095474001.post-30176366172656713222008-10-03T13:11:00.000-04:002008-10-03T14:59:52.618-04:00El Día de la MaldadEse martes...<br /><br /><div style="text-align: justify;">Nunca me olvidaré de ese martes. Desayuné un huevo revuelto con pan viejo al cual le quite algunos pedacitos por donde se comenzaba a poner verde, qué importa, sólo es un poquito de hongo. Vi el periódico, leí cómo las cosas no mejoraban en la capital, leí cómo una madre se suicidó después de ahogar a su niña, leí cómo ejecutaron a tres personas en un auto y luego lo quemaron todo, tres esqueletos carbonizados; hasta que me harté de la dósis diaria de <span style="font-style: italic;">todo sigue igual de mal</span>. No sé ni para que leo el periódico todavía, malas costumbres.<br /><br />Me duché, agua fría; que mala sensación meterse bajo una ducha fría, igual de mala que la sensación de cuando el doctor te pega en el pecho un estetoscopio congelado. Siempre quiero decirle: <span style="font-style: italic;">"Gracias doctor, eso es precisamente lo que me hacía falta, a usted no le hace falta un diente menos? Le puedo ayudar con eso"</span>. Pero ésta será la norma, varios meses de agua fría, pues ya se acerca la época de invierno y de menos baños... quién se puede bañar con esta agua tan fría? Eso es de locos. Me afeité, como odio afeitarme. Me vestí, los pantalones no olían muy bien, ese olor a mahón sudado, pero no se veían sucios, la camisa, limpia pero estrujada, quién tiene tiempo o interés planchar hoy en día. Mientras me amarraba los zapatos ,sentado frente al espejo, me vi a mí mismo, me fijé en mí, algo que no hacía hace mucho tiempo. "<span style="font-style: italic;">No está mal ese tipo en el espejo"</span>, me dije, <span style="font-style: italic;">"Pero no esta bien tampoco"</span>. Me paré, me miré fijamente a los ojos y decidí no ir a trabajar. Tal vez el primer error de una serie de errores ese día, o tal vez lo mejor que pude haber hecho. Todavía no he decidido.<br /><br /><span style="font-style: italic;">"Qué hago con mi tiempo libre hoy?"</span>, me preguntaba en mis pensamientos y pensaba, y pensanba y la respuesta no llegaba. No me acordaba de qué me gustaba hacer, no me acordaba que me divertía, ese hombre en el espejo estaba peor de lo que pensaba.<br /><br /><span style="font-style: italic;">"Bueno, pues salgo por la puerta, o tal vez por la ventana. Si, hoy se va por la ventana."</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">"Busco unas cervezas, no, mejor una botella de ron. Sí, ron, rápido, efectivo. Andaré jendío."</span></div>no_taíhttp://www.blogger.com/profile/10785791513695029315noreply@blogger.com0