Friday, December 12, 2008

Motivación en la Desmotivación

Hoy cumplía cinco años en su empleo. Cinco años con los mismos compañeros de trabajo, cinco años con sus mismas caras de agobio e infelicidad que nunca cambiaron desde el primer día en que llegó. Cinco años con los mismos cuadros de paisajes que nunca había visitado, paisajes para inspirar tranquilidad, de esos con un bote solitario en un lago entre montañas en medio de otoño. "¿Qué diablos hace ese barco ahí en el medio de un lago sin tripulantes? ¿Acaso murió el pescador? ¿Se ahogó?"

Cinco años con los mismos carteles descoloridos por años y años de supuesta motivación a los empleados, esas mierdas que cuando las lees y relees por años, cada letra de la oración se siente como si fuera un pedacito de vidrio que te cae en el ojo: "¡Todo es mejor en equipo!", "Amamos a nuestros clientes", "Qué bien se siente sonreir". "¿Quién diablos se motiva con esta mierda? ¿Quién llega un día a su oficina, despues de haber peleado con su pareja, haber pasado dos horas de su vida a cinco millas por hora en un expreso repleto de autos y haber pagado el marbete del carro con cuatro multas con recargos, y luego lee esa mierda un poster con un gato sonriente y se le arregla el día?"

Cinco años en el mismo escritorio, el mismo que pidió que le cambiaran desde el primer día por que tenía una gran metrópolis de polillas viviendo en él y la respuesta de la gerencia fue fumigarlo, por lo cual pasó dos semanas que, a donde quiera que iba a almorzar o despues del trabajo, la gente lo olfateaba y se le despegaba. "Debí haber sacado este escritorio al estacionamiento y haberle pegado fuego desde el primero día que llegué."

Cinco años que habían pasado como si fueran una semana,. Así pasó todo el día sentado, pensando, meditando, buscando una respuesta mientras miraba el boligrafo conmemorativo que le regalaron a cada empleado en el último aniversario del Miniesterio de Hacienda de Villa Traición. "¿Qué he hecho en estos últimos cinco años? Nada, no he hecho nada, no tengo ni un solo recuerdo grato de estos últimos cinco años, ningún momento que traiga una sonrisa a mi cara, nada suficientemente significante para dejar un rastro en mi memoria."

Miró su carnet, había una persona sonriendo en la foto, Antonio Machado, Asistente de Rentas Internas. "Quiero ser esa persona de nuevo. Hoy seré feliz." Sacó de su bolsillo una caja de cigarillos y el encendedor. Sacó un cigarillo y lo llevo a su boca lentamente, lo prendió, inhaló y exaló. Al instante, dos de sus compañeros lo miraron con cara de asombro y confusión, como si vieran un perro tomándose una cerveza o vieran una vaca violeta. Segundos más tarde le preguntaron que qué hacía, que no podía fumar en la oficina, que lo despedirían, a lo que Antonio respondía con mirada de todo va a estar bien y una sonrisa. Antonio se levantó de su escritorio, con cinco horas todavía restantes de su jornada laboral y se quito el carnet, y la corbata. Caminó hacia el elevador, todavía con el cigarillo prendido, y bajo hasta el vestíbulo. Caminó hacia la puerta de entrada y con cada paso, su sonrisa se agrandaba más, la alegría se podía ver en su rostro, emanaba de él como las risas de niños en un parque, como las carcajadas que escuchas a lo lejos cuando pasas cerca de un chinchorro de barrio. Salió por la puerta, salió de Villa Traición y nadie supo nunca mas de él.