Monday, November 10, 2008

.Carmen, la madre de Rafael.

Todo el mundo recuerda, con alegría o con pesar, el cuento de cuando se pierde la virginidad. Cuando estábamos todos en la escuela, a la hora del recreo, todos escuchábamos atentos las historias de sexo escandoloso que Manuel contaba, de cuando se escapaba de su casa para visitar El Jardín de Doña Margot, el prostíbulo más concurrido de Villa Traición. Contaba de cómo pasaba hasta la madrugada dejándonse masajear todo por Rosita, la estrella del prostíbulo y de cómo ella le obligaba a recitar avemarías cada vez que se estrujaban; o cuando Alberto, el hijo de Don Fernando -el banquero- contaba cómo él y Margarita se subían al techo de su casa a prácticar el "helicóptero húngaro"; o cuando Ramón nos mostraba los papeles con dibujos obscenos que se pasaban él y Andrea, en la clase de Historia. Y así todos celebrábamos las "desvirgadas", y así los demás contaban sus historias de sexo, y yo nunca tenía qué contar. Me daba verguenza ser el único que no tuviera cuentos así. Con qué tiempo. Salía de la escuela y tenía prácticas de pelota, y luego tenía que practicar el violín, y además, ninguna nena de la escuela me hacía caso.

Luego sí tuve qué contar, pero nunca lo hice. Resulta que un sábado, Rafael iba a dar una fiesta en su casa. Las fiestas en su casa eran LAS MEJORES, porque su madre -divorciada- nos dejaba hacer de todo sin molestar. La verdad es que Carmen -su madre- era de éstas mujeres que se habían casado jóvenes, y claro, Rafael tenía 17 años, y su mamá parecía de 25. Naturalmente, todos nos la ligábamos y coméntabamos entre nosotros lo bien que se veía -claro, sin decirle nada a Rafael-. Tengo que confesar que Carmen fue, por mucho tiempo, la causa de mis masturbaciones de adolescente. Entonces... fuimos a la fiesta. Yo traté de "conectar" con María Elena, pero claro, sin resultados satisfactorios. Nos pusimos a tomar como dementes porque Manuel preparó "el destructor", un trago demoniaco que en realidad era la mezcla irresponsable de como 45 licores. Terminamos todos borrachísimos, con la diferencia que yo, estaba al borde de la inconsciencia.

Me fui tambaleando hasta un cuarto, me acosté en la cama y todo comenzó a dar vueltas. Escuchaba la voz de mi madre dando vueltas en mi cabeza: "... Si te ofrecen alcohol, di NO!...". Odié a mi madre en ese momento. Claro, en las volteretas, me vomité completo, vomité todo. De pronto, sentí que me levantaban de la cama, Y casi arrastrándome, me trasladaban a otro lugar. Seguí vomitando. Me quitaron la ropa y me metieron de cabeza en una ducha. No entendía nada. Luego me sacaron de la ducha y me acostaron en el piso. Luego, ví así, con visión de borracho, cómo la madre de Rafael se quitaba la ropa. Ahí ya no me sentía tan borracho. En un período de tiempo relativamente corto, la madre de Rafael me estrujó hasta el cansancio. Recuerdo que me dijo muchas cosas al oído, pero no logro recordar más que un "¿Te gusta?". Recuerdo haber contestado "sí". Al final, me vistió, me pasó la lengua por todo el cuello y las orejas, y me dijo: "Shhh, éste es nuestro secreto". Luego salió del baño. Al rato salí yo. Nadie se dio cuenta de lo que había pasado. Nunca dije nada.

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